Inaugurado el nuevo Instituto de Educación Secundaria Eduardo Linares Lumeras en Molina de Segura

El centro cuenta con 16 aulas de Educación Secundaria Obligatoria y 6 aulas de Bachillerato de Artes Plásticas y Escénicas y Ciclos Formativos

El nuevo Instituto de Educación Secundaria Eduardo Linares Lumeras de Molina de Segura ha sido inaugurado hoy martes 4 de noviembre, en Calle El Quijote del Barrio de la Molineta. Al acto han asistido el Alcalde de la localidad, Eduardo Contreras Linares, el Consejero de Educación, Formación y Empleo, Constantino Sotoca Carrascosa, y la Concejala de Educación, Mariola Martínez Robles. 

     El centro dispone de 16 aulas de Educación Secundaria Obligatoria (ESO) y 6 aulas de Bachillerato de Artes Plásticas y Escénicas y un Ciclo Formativo. Durante el actual curso 2008/2009, hay matriculados un total de 107 alumnos: 3 grupos de primer curso de ESO (83 alumnos); y 1 grupo de primer curso de Bachillerato (24). 

     El resto de instalaciones educativas del instituto son: aula de Tecnología, aulas Plumier (informática), aulas de Música, aulas específicas para el Bachillerato de Artes Plásticas y Escénicas, Biblioteca, Salón de Actos, pabellón deportivo cubierto, y dos pistas deportivas al aire libre. 

     La inversión realizada por la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia asciende a 4.687.000 euros, y las obras han sido ejecutadas por la empresa Ferrovial Agromán S.A. El edificio dispone de 3 plantas, con una superficie total construida de 6.112 metros cuadrados (5.412 metros cuadrados útiles), sobre un solar municipal de 10.000 metros cuadrados. 

     Se trata del cuarto instituto del municipio y lleva el nombre de Eduardo Linares Lumeras (1890/1960), cuya mejor semblanza la ofrecen sus alumnos: “El 18 de enero de 1928 marcó un hito en la historia de Molina al inaugurarse en este pueblo y en este día una Escuela de Artes y Oficios, que así se le denominaba, al frente de la cual se encontraba un hombre sencillo, cuya profesión era ajena a la enseñanza... Dotado de unas cualidades didácticas admirables y de una tenacidad excepcional, virtudes éstas que, unidas a un gran desprendimiento hacia esta obra, hizo posible que la semilla depositada con la creación de esta escuela fructificara dando el ciento por uno. Fue médico de profesión y maestro de vocación”.  

     Estudió Medicina y Farmacia en Madrid, donde vivió intensamente los ambientes festivos, culturales y deportivos, al tiempo que asistía a las clases de Ramón y Cajal, catedrático de Histología desde 1892 en la Universidad Complutense de Madrid. Lector de las obras de José de Letamendi (1828/1897), genio indiscutible en su época, y de los autores de la llamada Generación del 98, desde Costa, Unamuno, Ganivet, Baroja, etc, hasta los de la Generación del 14 como Ortega y Marañón, quienes, de diverso modo, insistían en la necesidad de regenerar a España tras la pérdida de las últimas colonias. Por otra parte, conoció y probablemente participó de las inquietudes del regeneracionismo político de Maura con su programa de “revolución desde arriba”, de saneamiento y moralización de la vida política. 

     Eduardo Linares Lumeras ejerció la Medicina en Archena, donde conoció a Mario Spreáfico y su Dispensario Policlínico en el que los pobres podían encontrar médico y medicinas, trasladándose hacia 1923 a Molina de Segura que, por entonces, sufría de enfermedades como el paludismo, el tracoma, el tifus o la tuberculosis. En 1924, se convierte en miembro del Comité Directivo de la Unión Patriótica en la localidad, atraído por la oferta de erradicar el caciquismo: “la entraña del mal de España”, según el dictador Primo de Rivera. 

     Articulista perseverante, impulsor de periódicos locales, poeta, comediógrafo costumbrista, animador de veladas literarias y de sociedades culturales y recreativas, su faceta más destacada sería la de maestro. La huella dejada en sus alumnos ha sido tan duradera que ha llegado hasta la actualidad. Junto a Francisco Martínez Bernal, pintor, escultor, ebanista..., fundó la Escuela de Artes y Oficios, de la que siempre fue su director. Buscó y encontró un grupo de colaboradores en la docencia. Empleó su tiempo, tras su labor como médico, en explicar las diversas asignaturas, siempre gratuita y generosamente, a los alumnos que estudiaban para examinarse en Murcia. Su ideario quedó fijado al escribir: “Nunca fue el fin que nos guió a fundar la Escuela ni después de fundada, el de hacer discípulos que nos sigan, sino el de orientar y formar hombres capaces de transformar el ambiente de Molina”. 

     Sufrió la oposición de los poderes locales caciquiles, que le acusaron de hacer de la Escuela “un centro de perversión y un semillero de odios”. Más aún permanece el recuerdo agradecido de sus alumnos que, en la España convulsa de la II República, supieron convivir en la Escuela y fuera de ella, a pesar de su diversidad de pareceres. Eduardo Linares Lumeras permanece en el sentir ciudadano de Molina como médico y maestro tan honesto como generoso, persona sencilla y al mismo tiempo egregia. 

     En su memoria se ha instalado en el centro la escultura Salvavidas, obra del artista molinense Pepe Yagües, realizada en acero, madera y bronce. Mide dos metros de ancha, tres metros de alta y un metro de profunda. Enclavada en la entrada principal, se trata de un bote salvavidas que hace referencia a la forma de barco del edificio, por la profesión de médico de Eduardo Linares, y está guiada por criterios estéticos consensuados con el arquitecto del edificio, Francisco Solá. El árbol de la escultura es el árbol de la ciencia, que hace de mástil/vela, donde se distinguen números, letras y los nombres y apellidos (escritos en las hojas) de personas a las que Eduardo Linares salvó del analfabetismo. 

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